Describe una situación de tus experiencias en la que la comunicación salió mal.

Un caso de falta de comunicación que recuerdo ocurrió durante un proyecto grupal en mi época universitaria. Nuestro equipo, compuesto por diversas personas de diferentes orígenes culturales y estilos de aprendizaje, tuvo la tarea de crear una presentación.

Inicialmente, tuvimos sesiones de intercambio de ideas entusiastas y cada miembro parecía motivado y comprometido. Sin embargo, cuando empezamos a dividir las responsabilidades, las cosas empezaron a salir mal. algunos miembros del equipo malinterpretaron sus funciones, lo que generó confusión y duplicación de esfuerzos. Otros tenían expectativas variadas sobre el cronograma del proyecto y el nivel de detalle requerido.

Nuestros canales de comunicación eran principalmente digitales, lo que agravó aún más el problema. Sin interacciones en persona, resultó difícil evaluar la comprensión de todos sobre las tareas en cuestión. Las actualizaciones por correo electrónico carecían del contexto necesario y algunos miembros del equipo no revisaban periódicamente nuestros documentos compartidos. Las malas interpretaciones y el incumplimiento de los plazos se hicieron más frecuentes, lo que aumentó la frustración entre el equipo.

Para abordar la situación, organizamos una reunión cara a cara donde discutimos abiertamente los desafíos que estábamos enfrentando. Al hablarlo y aclarar nuestras expectativas, pudimos identificar las causas fundamentales de la falta de comunicación. También decidimos adoptar estrategias de comunicación más frecuentes y estructuradas, como videollamadas periódicas y herramientas colaborativas de edición de documentos.

De esa experiencia, aprendí la importancia de una comunicación clara y de establecer expectativas transparentes cuando se trabaja en diversos entornos de equipo. La comunicación eficaz requiere no sólo transmitir información sino también escuchar activamente y comprender las perspectivas de los demás. Desde entonces, hago un esfuerzo consciente por comunicarme en exceso y asegurarme de que todos estén en sintonía, independientemente del medio de comunicación.